

Formador: Jorge Luis Vela
Quico
INFANCIA,
SOCIALIZACIÓN Y APRENDIZAJE
Por lo general, los estudios
de la infancia se enfocan en tres contextos espaciales: la escuela, la ciudad y
la casa, explorados como estructuras que son condicionadas para el control y
regulación del cuerpo y la mente del niño a través de regímenes de disciplina, aprendizaje,
desarrollo, maduración, frecuentemente considerados como sitios estructurados
por los maestros, padres y grupos generacionales. Los enfoques de la infancia
también están muy centrados en contextos urbanos, en este sentido, el artículo
se incorpora a los esfuerzos por aportar datos que provengan de espacios
rurales, con la finalidad de ofrecer otras ventanas al estudio de otras
infancias. Por ejemplo, en el espacio de la comunidad, que a su vez contiene
más espacios, se crean configuraciones que le dan sentido al espacio social
desde una visión del mundo particular, a través de las interacciones cotidianas
entre los diferentes agentes que participan en la socialización. De tal forma
que la socialización más que determinada por las estructuras es producto y
condición de ese proceso social.
Además de los espacios
sociales, autores como James, Jenks y Prout (1998), señalan dos diferencias que
hay que establecer en relación al tiempo infantil, ya que el tiempo de la
infancia contextualiza la forma y manera precisa en la cual, cualquier particularidad
de los niños es habilitada para vivir sus vidas como niños. Por un lado, el tiempo
de la infancia, como un período en el curso de la vida que se encaja dentro de
la estructura social de cada cultura y, por el otro, el tiempo para los niños,
es decir, la experiencia y participación de los niños en los ritmos temporales
de la infancia a través de los cuales sus vidas se despliegan Esta nueva
búsqueda por estudiar al niño como participante activo en su estatus social, político
y económico como sujeto contemporáneo, incide en nuevas ideas para abordar el
concepto que implica su relación con otros agentes a través de complejos
procesos de interacción: la socialización.
LA
SOCIALIZACIÓN: EL ROL PARTICIPATIVO DE LOS NIÑOS
Por socialización, en términos generales, se
ha entendido el proceso en el que se trasmiten y configuran los conocimientos,
los modos de percibir y categorizar la realidad y los valores socialmente
determinados que se encuentran en la base de sustentación de las dimensiones
propias del orden social.
La socialización infantil se
ha entendido como el proceso a través del cual los niños aprenden una serie de
elementos como las creencias, comportamientos y sentimientos de acuerdo con el
rol que desempeñan en su cultura, entendiendo rol como la expectativa que se
espera del niño según su posición dentro del grupo social. En otras palabras,
este proceso «se refiere a las maneras como los niños llegan a ser miembros competentes
social y culturalmente al interior del grupo social en que viven.
Estas concepciones de
socialización refieren al proceso general; sin embargo, la sociología ha
comenzado una crítica del concepto, ya que:
En los estudios sociológicos
de la infancia, la socialización se toma a menudo como sinónimo de aculturación,
porque este término implica que el niño adquiere la cultura del grupo humano en
el que se encuentra. Sin embargo, los niños no son vistos como individuos
totalmente preparados para participar en el complejo mundo de los adultos, pero
comienzan a tener el potencial para ser lentamente introducidos dentro del
contacto con las existencias humanas.
De esta manera se critica la
socialización entendida como la internalización de la coacción social, proceso
que ocurre a través de la regulación de las estructuras entendidas como externas;
en lugar de considerar la socialización como un proceso que surge de las
interacciones cotidianas, en una especie de negociación dinámica y continua, en
la que se abandona la visión de un niño pasivo y se aborda como uno que participa
de manera activa en la socialización y que va emergiendo gradualmente.
Las principales críticas
surgen de diferentes disciplinas que rescatan esta visión del niño como agente.
Por ejemplo, en la línea de estudios que se ha denominado
socialización-en-la-interacción
se toma en cuenta la variedad, la creatividad y preferencias individuales como
componentes del proceso socializador (Morton y Wentworth, en De León 2005). Es
con estos estudios que los niños empiezan a definirse como actores o agentes
que, más que ser objetos pre programados, son sujetos que se forman a través de
actividades interpersonales.
Desde la lingüística también
se han desarrollado perspectivas que contribuyen a la discusión sobre la
socialización a partir de la adquisición de la lengua, como la perspectiva que
proponen Elinor Ochs y Bambi B. Schieffelin (1986: 164-165), en la que
sostienen que la socialización del lenguaje comienza desde el momento del
contacto social en la vida de la existencia humana, poniendo énfasis en la
socialización como un proceso interactivo. En este sentido, el niño o el novato
no es un recipiente vacío del conocimiento sociocultural sino un contribuidor
de los significados y resultado de interacciones con otros miembros del grupo
social.
Asimismo, autoras como
Lourdes de León, también desde los estudios de la socialización lingüística y
la adquisición de la lengua, introduce la noción de participante porque nos
«permite entender la presencia del infante en la interacción y comunicación pre
verbal antes de la producción lingüística y su capacidad de aprender en
estructuras participativas complejas en donde tiene que trabajar identidades fluctuantes
de diversos participantes».
Por otro lado, desde la
sicología cultural, Barbara Rogoff aporta elementos en la misma dirección de
considerar al niño como participante. La autora se centra en cómo la socialización
de los niños se da en su participación en actividades cotidianas con la guía de
los adultos, de tal forma que propone el concepto de participación guiada. Este
concepto se define como «un proceso en el que los papeles que desempeñan el
niño y su cuidador están entrelazados, de tal manera que las interacciones
rutinarias entre ellos y la forma en que habitualmente se organiza la actividad
proporcionan al niño oportunidades de aprendizaje tanto implícitas como
explícitas» (Rogoff 1993: 97). Aquí la interacción y los arreglos o
disposiciones entre niños y sus cuidadores son la base dela discusión. Las
estrategias de los niños son complementadas en la interacción adulto-niño, donde
el niño está en una inmersión gradual para su adquisición de las habilidades y
creencias propias de su sociedad.
Continua..............
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