miércoles, 8 de octubre de 2014

La Socializacion Psicología y Sociología

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                                                                                         Formador: Jorge Luis Vela Quico

INFANCIA, SOCIALIZACIÓN Y APRENDIZAJE

Por lo general, los estudios de la infancia se enfocan en tres contextos espaciales: la escuela, la ciudad y la casa, explorados como estructuras que son condicionadas para el control y regulación del cuerpo y la mente del niño a través de regímenes de disciplina, aprendizaje, desarrollo, maduración, frecuentemente considerados como sitios estructurados por los maestros, padres y grupos generacionales. Los enfoques de la infancia también están muy centrados en contextos urbanos, en este sentido, el artículo se incorpora a los esfuerzos por aportar datos que provengan de espacios rurales, con la finalidad de ofrecer otras ventanas al estudio de otras infancias. Por ejemplo, en el espacio de la comunidad, que a su vez contiene más espacios, se crean configuraciones que le dan sentido al espacio social desde una visión del mundo particular, a través de las interacciones cotidianas entre los diferentes agentes que participan en la socialización. De tal forma que la socialización más que determinada por las estructuras es producto y condición de ese proceso social.
Además de los espacios sociales, autores como James, Jenks y Prout (1998), señalan dos diferencias que hay que establecer en relación al tiempo infantil, ya que el tiempo de la infancia contextualiza la forma y manera precisa en la cual, cualquier particularidad de los niños es habilitada para vivir sus vidas como niños. Por un lado, el tiempo de la infancia, como un período en el curso de la vida que se encaja dentro de la estructura social de cada cultura y, por el otro, el tiempo para los niños, es decir, la experiencia y participación de los niños en los ritmos temporales de la infancia a través de los cuales sus vidas se despliegan Esta nueva búsqueda por estudiar al niño como participante activo en su estatus social, político y económico como sujeto contemporáneo, incide en nuevas ideas para abordar el concepto que implica su relación con otros agentes a través de complejos procesos de interacción: la socialización.
LA SOCIALIZACIÓN: EL ROL PARTICIPATIVO DE LOS NIÑOS
 Por socialización, en términos generales, se ha entendido el proceso en el que se trasmiten y configuran los conocimientos, los modos de percibir y categorizar la realidad y los valores socialmente determinados que se encuentran en la base de sustentación de las dimensiones propias del orden social.
La socialización infantil se ha entendido como el proceso a través del cual los niños aprenden una serie de elementos como las creencias, comportamientos y sentimientos de acuerdo con el rol que desempeñan en su cultura, entendiendo rol como la expectativa que se espera del niño según su posición dentro del grupo social. En otras palabras, este proceso «se refiere a las maneras como los niños llegan a ser miembros competentes social y culturalmente al interior del grupo social en que viven.
Estas concepciones de socialización refieren al proceso general; sin embargo, la sociología ha comenzado una crítica del concepto, ya que:
En los estudios sociológicos de la infancia, la socialización se toma a menudo como sinónimo de aculturación, porque este término implica que el niño adquiere la cultura del grupo humano en el que se encuentra. Sin embargo, los niños no son vistos como individuos totalmente preparados para participar en el complejo mundo de los adultos, pero comienzan a tener el potencial para ser lentamente introducidos dentro del contacto con las existencias humanas.
De esta manera se critica la socialización entendida como la internalización de la coacción social, proceso que ocurre a través de la regulación de las estructuras entendidas como externas; en lugar de considerar la socialización como un proceso que surge de las interacciones cotidianas, en una especie de negociación dinámica y continua, en la que se abandona la visión de un niño pasivo y se aborda como uno que participa de manera activa en la socialización y que va emergiendo gradualmente.
Las principales críticas surgen de diferentes disciplinas que rescatan esta visión del niño como agente. Por ejemplo, en la línea de estudios que se ha denominado
socialización-en-la-interacción se toma en cuenta la variedad, la creatividad y preferencias individuales como componentes del proceso socializador (Morton y Wentworth, en De León 2005). Es con estos estudios que los niños empiezan a definirse como actores o agentes que, más que ser objetos pre programados, son sujetos que se forman a través de actividades interpersonales.
Desde la lingüística también se han desarrollado perspectivas que contribuyen a la discusión sobre la socialización a partir de la adquisición de la lengua, como la perspectiva que proponen Elinor Ochs y Bambi B. Schieffelin (1986: 164-165), en la que sostienen que la socialización del lenguaje comienza desde el momento del contacto social en la vida de la existencia humana, poniendo énfasis en la socialización como un proceso interactivo. En este sentido, el niño o el novato no es un recipiente vacío del conocimiento sociocultural sino un contribuidor de los significados y resultado de interacciones con otros miembros del grupo social.
Asimismo, autoras como Lourdes de León, también desde los estudios de la socialización lingüística y la adquisición de la lengua, introduce la noción de participante porque nos «permite entender la presencia del infante en la interacción y comunicación pre verbal antes de la producción lingüística y su capacidad de aprender en estructuras participativas complejas en donde tiene que trabajar identidades fluctuantes de diversos participantes».

Por otro lado, desde la sicología cultural, Barbara Rogoff aporta elementos en la misma dirección de considerar al niño como participante. La autora se centra en cómo la socialización de los niños se da en su participación en actividades cotidianas con la guía de los adultos, de tal forma que propone el concepto de participación guiada. Este concepto se define como «un proceso en el que los papeles que desempeñan el niño y su cuidador están entrelazados, de tal manera que las interacciones rutinarias entre ellos y la forma en que habitualmente se organiza la actividad proporcionan al niño oportunidades de aprendizaje tanto implícitas como explícitas» (Rogoff 1993: 97). Aquí la interacción y los arreglos o disposiciones entre niños y sus cuidadores son la base dela discusión. Las estrategias de los niños son complementadas en la interacción adulto-niño, donde el niño está en una inmersión gradual para su adquisición de las habilidades y creencias propias de su sociedad.


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